DECIDIR ESPERANZA
Entre la timidez y el miedo, casi siempre es más el miedo lo que nos paraliza a hacer algo más allá de nuestra zona de comodidad. En cada bifurcación de mi historia, hubo un instante en que me detuve a escoger "¿melón o sandía?" Y las primeras ideas que invaden el cuerpo ante una decisión, por alguna razón que todavía no conozco, son las ideas negativas; esas llenas de miedo y compulsivamente susurrantes "¿y si...soy alérgica al melón? ¿que tal si... la sandía no me gusta?" Pero, decidir en función del miedo, es siempre decidir mal. No importa si la decisión es la misma, el resultado no lo será.
¿Que opción existe? Hay una frase que me marcó desde hace ya hace muchos años de Jaime Pontones: "o decidimos en función de la esperanza, o decidimos en función del miedo". La opción es decidir en función de la esperanza.
En vez de pensar "¿para que escribir? seguro no lo hago bien, a nadie le interesa, ¿que caso tiene? ¿y si se burlan de mi? ¿y si no gusta? ¿y si no pasa nada? ¿y si...? ¿y si...?...." Decidir en función del miedo, es paralizarse y no hacer nada. Es dejar de vivir y dejar de aprender. Es permitir que la vida se convierta en algo que no queremos y ser espectadores.
Entonces pensar "si lo hago puede salir bien" La esperanza es sencilla, ilumina el camino y clarifica acciones, pensamientos, sentimientos, sueños, ideales, metas. Decidir en función de la esperanza es acción y vivir. Es permitir que de los errores se saque aprendizaje y crecimiento, madurez, evolucionar, avanzar.
Con el miedo se asegura el camino de perder y con la esperanza el de ganar. Por eso: Decidir esperanza.
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Jesús Onécimo -